lunes, 23 de noviembre de 2009

La tribu de los corredores

Ataviados con minishorts y remeras inteligentes, los “runners” (corredores) coparon los parques porteños, con la vida sana como bandera y la endorfina como droga. El deporte más básico del mundo ha vuelto a ponerse de moda y cada vez son más los que todos los días se calzan las zapatillas y el iPod para salir a devorar kilómetros, al ritmo de los latidos del corazón.
Francisco Jorge, un arquitecto de 34 años, reconoce que es un típico adicto al deporte. Corre 25 kilómetros por semana y una carrera por mes. “Los fanáticos del running tienen entre 30 y 55 años, porque la disciplina les permite lograr un rendimiento muy alto a pesar de la edad, algo que no ocurre con los otros deportes”, afirma y agrega que requiere demasiada templanza, por eso lo practican muy pocos jóvenes. Jorge comenzó a correr hace tres años, a través de un grupo que conoció en su gimnasio. “Correr solo es más difícil”, cree, al igual que las miles de personas que se sumaron a la nueva modalidad de la disciplina: los “running teams” (grupos de carrera).
Fauna “runner”. “Son como clubes nómades, de personas que se juntan a correr, divididos en dos niveles: avanzado y principiante. La idea no es crear atletas sino que la gente lo pase bien”, explica Néstor Suárez, capitán del equipo de Nike, que corre por los lagos de Palermo dos veces por semana. Para él, los grupos son un buen muestrario de la fauna “runner” ya que reúnen todos los perfiles de corredores. Los “paracaidistas” se suman en agosto y abandonan en marzo, los “endorfina” son adictos a la disciplina y corren aunque llueva o truene y las “fashionistas” se compran lo último y aprovechan para tomar sol. “En general, todos los que se acercan están en busca de un grupo de pertenencia y lo encuentran en el running”, concluye.
Perfil psi. Obsesivos, adictivos y competitivos. Así se define la mayoría de los corredores. “Correr genera una adicción, provocada por la endorfina que causa placer y dependencia”, señala Suárez y basta con observar la ciudad un mediodía de verano para comprobar que ni el termómetro los detiene.
Todos aseguran que la principal motivación es competir contra uno mismo. Cuando la búsqueda de autosuperación ya no es suficiente, hay un abanico de posibilidades. Este año se planearon 70 carreras de aventura y “calle” que convocan desde 1.500 a 15.000 competidores. Las competencias están organizadas por universidades como la de Belgrano, countries como Nordelta, fundaciones varias y bancos. Hasta existe una carrera del helado artesanal. Otra de las más originales es la de Energizer, que se corre de noche con ayuda de una “head light” (linterna de cabeza) como las que se usan en las minas. Pero las más populares son las que organizan las empresas de calzados deportivos.
“La Nike Human Race de 10 kilómetros se realiza todos los años y apunta a un público más joven”, explica Sebastián Tagle, director del Club de Corredores. Además, en “la Nike” participa un 10 por ciento más de mujeres. Este año convocó a 15.000 competidores y logró posicionarse como el evento donde debutan los novatos. El Maratón de Buenos Aires, auspiciado por Adidas, es un clásico no apto para paracaidistas. Sus 42 kilómetros sólo pueden ser recorridos por profesionales o amateurs constantes.
Las zapatillas también despiertan fanatismos: una de las leyendas que circulan entre los “runners” es que los principiantes utilizan Adidas, los más avanzados prefieren Nike y los yuppies y profesionales optan por las Asics.
Presupuesto. Desde las instituciones suelen argumentar que correr es el deporte más democrático. Pero la idea de que es para todos, no es más que un mito. “Correr no es un deporte de elite como el golf y el polo, pero apunta a una clase media alta”, afirma el arquitecto Francisco Jorge, cuyos compañeros de running son abogados, médicos y empresarios. Todos los meses gasta entre 800 y mil pesos en ropa para correr, accesorios, viajes a las locaciones de las carreras, gimnasio para entrenar, consultas médicas y suplementos deportivos.


Las remeras extra large y joggings raídos o salpicados con lavandina no están bien vistos en los bosques de Palermo, Puerto Madero o Núñez, los sitios más populares a la hora de correr. Menos aún en el Maratón de Nueva York, la meca de todos los deportistas amateurs, en la que aspiran a participar por lo menos una vez en la vida. Cualquier “runner” que se precie de tal, debe lucir como mínimo zapatillas con cámara de aire, remera de tela inteligente y un par de shorts tan cortos que fuera del circuito escandalizarían a más de uno. Pero la novedad más interesante del vestuario del corredor son las calzas, que entraron al mercado masculino para ajustarse con firmeza a la anatomía de muchos deportistas que las lucen con orgullo. El reproductor de mp3 es otro fiel compañero a la hora de salir a la calle. Pero su funcionalidad no se agota en emitir música para acompañar el camino. En el caso de Nike, por ejemplo, el dispositivo puede reproducir información que obtiene en diálogo con el calzado del corredor y así evaluar su desempeño simultáneamente.
Fans 2.0. El running y la tecnología tienen un intenso idilio. En las redes sociales, por ejemplo, los corredores encontraron un buen espacio para despuntar el vicio. Marcela Tarsia, por ejemplo, dirige el blog de uno de los circuitos Adidas de entrenamiento. Allí sube la información de las futuras carreras, planes de entrenamiento, pero también fotos de los hijos y de las salidas nocturnas de su grupo de “running” Palermo 1. “Increíble el centro sin autos, es como un piquete de corredores”, twitteó Germán Paoloski en la última carrera de Nike. Tanto él como Brenda Asnicar y Favio Posca corrieron con un iPhone que les permitió relatar todos los avatares del recorrido a través de Twitter, donde la palabra “correr” dispara miles y miles de entradas. Facebook también funciona como plataforma de contacto para los devotos de la “mujer araña”, el sobrenombre de Emilse Ciezar, una ingeniera informática que compite desde hace cuatro años ataviada con el disfraz de superheroína. “Es la que sale primera y llega última”, confiesa divertido Tagle, sin embargo recalca su constancia: participa tanto en carreras de calle como de aventura, de 100 kilómetros de duración.
Si de famosos se trata, Marcelo Tinelli fue uno de los pioneros de la disciplina en nuestro país. Desde hace 11 años organiza anualmente el Maratón Internacional “Dino” Hugo Tinelli, en honor a su padre fallecido, que se corre en su Bolívar natal. Tinelli es tan apasionado que puede llegar a correr sus 13 kilómetros diarios pasada la medianoche, cuando termina su programa. Dos amigos que comparten su pasión son Federico Rivero y Federico Álvarez Castillo. Otro cultor de la vida sana es Francisco de Narváez. Según comenta su personal trainer Pablo Benadiva, entrena de “domingo a domingo”. Julio Cobos es un verdadero fanático. Todos los años, el vicepresidente corre un maratón de 42 kilómetros en homenaje a San Martín, que parte desde Luján de Cuyo hasta Mendoza. Siempre lo hace en grupo con seis o siete personas, entre las que se encuentra la diputada PRO Cinthya Hotton. Ha llegado a correr tres maratones en un mes. Como buen fanático, Favio Posca resalta los beneficios psicológicos de la disciplina. Para él, correr tranquiliza la mente y la hace entrar en trance. “Es como meditar”, opina con firmeza.
Para el ciudadano promedio, correr es un recuerdo de la escuela secundaria o una tediosa obligación impuesta por el médico de turno. Para la tribu de los “runners” es, ni más ni menos, que una pasión incontrolable.

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