sábado, 21 de noviembre de 2009

“Necesitamos pensar en la felicidad interna bruta”


Si al resto del mundo no puede irle bien en estos tiempos felices, en Thimphu, Bután, el diminuto reino budista en las alturas de las montañas del Himalaya, dicen que están trabajando en busca de una respuesta.
“La codicia, la insaciable codicia humana”, comenta el primer ministro de Bután, Jigme Thinley, al describir lo que ve como la causa de la catástrofe económica actual en el mundo más allá de las montañas coronadas de nieve. “Lo que nos hace falta es un cambio”, dice desde la blanquísima fortaleza donde trabaja. “Necesitamos pensar en la felicidad interna bruta”.
La idea de la felicidad interna bruta fue una inspiración del rey anterior, Jigme Singye Wangchuck, en los años ’70, como una alternativa al producto interno bruto.
Ahora, los butaneses están refinando la filosofía que guía al país en lo que ellos ven como una nueva ciencia política, y ha madurado en política gubernamental justo en el momento en que el mundo pudiera necesitarlo, afirma Kinley Dorji, el secretario de información y comunicaciones: “¿Ves en qué termina una total dedicación al desarrollo económico?”, dice, al referirse a la crisis mundial de economía.
“Las sociedades industrializadas ahora han decidido que el PIB es una promesa rota”. Bajo una nueva Constitución adoptada el año pasado, programas gubernamentales -desde agricultura hasta transporte y comercio exterior- deben ser juzgados no por los beneficios económicos que pudieran ofrecer sino por la felicidad que producen.
La meta no es la felicidad en sí, explicó el primer ministro butanés, concepto que cada persona debe definir por sí sola. Más bien, el gobierno se propone crear las condiciones para lo que él describió en términos de una versión actualizada de la Declaración estadounidense de Independencia, “la búsqueda de la felicidad interna bruta (FIB)”.
Los butaneses han empezado con un experimento dentro de un experimento, aceptando la renuncia del popular rey a la monarquía absoluta y celebrando las primeras elecciones democráticas, hace un año. El cambio forma parte de la meta de la felicidad interna bruta, comenta Dorji. “Tanto democracia como FIB tienen buena resonancia. Ambas sitúan la responsabilidad en el individuo.
La felicidad es una búsqueda individual y la democracia faculta al individuo”. Estamos frente al inusual caso en que un monarca renuncia al poder por propia iniciativa, e incluso más inusual porque lo hizo en contra de los deseos de sus súbditos. Cedió el trono a su hijo, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, quien fue coronado en noviembre en el nuevo papel de monarca sin poder ejecutivo. Quizá Bután sea un lugar fácil para reescribir rápidamente las normas económicas, en un país con un solo aeropuerto y dos aviones comerciales, donde se puede llegar al Este solamente desde el Oeste tras un viaje de cuatro días por caminos montañosos.
No más de 700.000 personas viven en el reino, apretujadas entre las dos naciones más populosas del mundo -la India y China- y ahora su tarea radica en controlar y administrar los inevitables cambios a su estilo de vida.
Es un país en el que los cigarrillos están prohibidos y la televisión entró apenas hace 10 años, donde la ropa y la arquitectura tradicionales se hacen valer por ley y donde la ciudad capital no tiene semáforos y hay un solo oficial de tránsito trabajando.
Si el mundo va a tomar con seriedad la felicidad interna bruta, conceden los butaneses, ellos deben encontrar un plan de definiciones y normas que puedan ser cuantificadas y medidas por los grandes participantes de la economía mundial: “Una vez que Bután dijo ‘de acuerdo, aquí estamos con la FIB, el mundo industrializado, el Banco Mundial y el FMI y así por el estilo’, preguntaron: ¿Cómo lo miden?”, contó Dorji, haciendo una caracterización de las reacciones de los grandes participantes de la economía mundial.
Así que los butaneses produjeron un intrincado modelo de bienestar que presenta los cuatro pilares, los nueve dominios y los 72 indicadores de felicidad. De modo específico, el gobierno determinó que los cuatro pilares de una sociedad feliz se relacionan con la economía, la cultura, el ambiente y un buen gobierno.
Estos pilares son desglosados en nueve dominios: bienestar psicológico, ecología, salud, educación, cultura, niveles de vida, uso del tiempo, vitalidad de la comunidad y buen gobierno, cada uno con su propio índice FIB, pesado y sin pesar. Todo lo anterior será analizado usando los 72 indicadores. Bajo el dominio del bienestar psicológico, por ejemplo, los indicadores incluyen frecuencias de rezos y meditación y de sentimientos de egoísmo, celos, calma, compasión, generosidad y frustración, así como pensamientos suicidas.
“Incluso estamos desglosando el tiempo a lo largo del día: cuánto tiempo pasa una persona con la familia, en el trabajo y así por el estilo”, agregó Dorji. Hasta se han creado fórmulas matemáticas a fin de reducir la felicidad a sus más mínimos componentes. El índice FIB correspondiente a bienestar psicológico, por ejemplo, incluye lo siguiente: “Una suma de distancias al cuadrado respecto de límites designados para cuatro indicadores de bienestar psicológico.
Aquí, en vez de promediar la suma de distancias al cuadrado respecto de los límites designados se calcula por qué los pesos equivalen a 1 en cada dimensión”. A esto le sigue una serie de ecuaciones: = 1-(.25 +.03125+.000625+0) = 1-.281875 = .718
Cada dos años, estos indicadores serán reevaluados a través de un cuestionario en todo el país, dijo Karma Tshiteem, secretario de la Comisión de Felicidad Interna Bruta, sentado en su oficina al final de un arduo día de trabajo que, destacó, le producía felicidad. La felicidad interna bruta tiene una aplicación mayor para Bután a medida que corre a fin de preservar su identidad y cultura de los avances del mundo exterior.
“¿Cómo puede manejar la globalización un pequeño país como Bután?”, preguntó Dorji. “Nosotros vamos a sobrevivir siendo diferentes, claramente distintos”. Bután está poniendo a sus 4 pilares, 9 dominios y 72 indicadores en contra de los 48 canales de Hollywood y Bollywood, que han invadido las ondas desde que se permitió la televisión hace ya 10 años.
“Antes de junio de 1999, si le preguntabas a cualquier joven quién era su héroe, la respuesta inevitable era: El rey”, contó Dorji. Inmediatamente después de esa fecha fue David Beckham, y ahora es 50 Cent, el artista del rap. Los padres terminan siendo impotentes”.
Así que si la FIB pudiera contener el secreto de la felicidad para un pueblo que sufre a raíz del colapso de instituciones financieras en el extranjero, ofrece algo más urgente aquí, en esta prístina cultura: “La historia de Bután actualmente es, en una palabra, sobrevivencia”, destacó Dorji. “La felicidad interna bruta es supervivencia; cómo contrarrestar una amenaza a la supervivencia”.
Por Seth Mydans
Servicio de noticias The New York Times - © 2009
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