martes, 3 de noviembre de 2009

Proponen regular por ley el uso del Photoshop


Hay un video. Dura poco más de un minuto, está realizado por la marca Dove y muestra en tiempo acelerado el proceso que transforma a una vulgar americana en una etérea rubia de afiche publicitario. La mujer real tiene cejas finas, algunos granos y un semblante tan armónico como trivial. Pero tras la iluminación, el maquillaje, el peinado, las pestañas postizas; luego del viento falso soplándole el cabello y de un Photoshop que alarga el cuello, baja los hombros, infla los labios, agranda los ojos y unifica el tono de la piel, la chica deja de ser una persona para ser una imagen. Un dibujo perfecto en un cartel. Una auténtica tortura para cualquier mujer que pase por la calle y tenga la pésima suerte de mirar hacia arriba.
Por este tipo de engaños, que ni siquiera existen sólo en la publicidad –más bien lo contrario–, la diputada francesa Valérie Boyer propuso a fines de septiembre que se regulara el Photoshop. Modificar el aspecto de un político o de una modelo no sería ilegal, aclaró la legisladora, pero los ciudadanos tendrían derecho a saber cuándo les están vendiendo gato por liebre. Si el proyecto se aprobara, las imágenes tratadas digitalmente deberían ir acompañadas de una advertencia (“Fotografía retocada para modificar la apariencia física de una persona”). Y si esta consigna no se añadiera, habría que pagar una multa de 37.500 euros.
Esta iniciativa da un nuevo paso hacia la regulación de un recurso que –dado su valor ideológico– en el último año se está empezando a fiscalizar en buena parte del llamado Primer Mundo. En el Reino Unido, el aspecto de los menores de 16 años no puede ser manipulado y la Asociación de Publicaciones Periódicas estudia imponer un veto a los retoques. La revista Elle de España mostrará –en su próximo envío– a doce actrices retratadas sin maquillaje y sin Photoshop. El mes pasado, la edición estadounidense de la revista femenina Glamour publicó fotos sin intervenir de la modelo californiana Lizzi Miller. ¿El detalle? Miller tenía rollos. Y algunas actrices hasta empezaron a defender la verdad de sus cuerpos: Keira Knightley salió a aclarar que las tetas que aparecían en el afiche de la película El rey Arturo y en las publicidades de Chanel eran tan grandes que no le pertenecían. Kate Winslet y Ema Thompson llegaron hasta los tribunales en su demanda porque sus cuerpos no fueran manipulados. Y –ya en la Argentina– Florencia Peña quiso dar explicaciones por el trasero imposible que hace algunos años le habían puesto en la revista Caras. “Tanto se preocupan por si me retoqué la cara... si se quieren hacer los sagaces empiecen por el Photoshop, chicos –le dijo Peña a Crítica de la Argentina durante una entrevista para la revista C–. La vez que hice esa tapa, me llamó Pergolini y me dijo ‘Florencia, te redescubrimos’ y le dije ‘no, querido, no te hagas ilusiones, el ser que están viendo es absolutamente hecho a nuevo’”.
¿Estaría el público dispuesto a ver cuerpos reales? Para Ana Wortman, socióloga de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y especialista en cultura contemporánea, la respuesta es “no”. “La sociedad contemporánea es despiadada con la imagen de una mujer: ésta debe parecer siempre joven, delgada y sexy –advierte–. En ese sentido, pienso que no estamos preparados para aceptar las formas del cuerpo en ‘tiempo’ real y con sus imperfecciones. Las personas actualmente tienen inconscientemente incorporado el mandato de la belleza occidental. Si la mujer no cumple, es desechable”.
Para que esto no suceda, dice la legisladora Boyer, es necesario regular la manipulación de imágenes. “Las fotos retocadas transmiten un estereotipo de mujer que puede provocar problemas psicológicos y desórdenes alimentarios”, advirtió. Y lo dijo a pocos días del escándalo por las fotos de Ralph Laurent, donde una modelo –puesta en un afiche para promocionar un perfume– quedó reducida, vía retoque digital, a un erizante esqueleto vivo. La imagen es tan repulsiva que la misma modelo, Filippa Hamilton, entró en ataque de nervios cuando se topó consigo misma en la calle. “Vi las fotos cuando estaba en Japón y quedé horrorizada –dijo Hamilton, que mide 1,77 y pesa 55 kilos–. Ralph Lauren debe una gran disculpa a todas las mujeres. Una modelo debe tener un aspecto saludable”.
Un mundo perfecto. En la Argentina, el abuso de Photoshop generó imágenes que –de tan imposibles– llegaron a ser chistosas. Junto con el “episodio Peña”, el otro gran debate que se armó en torno a un retoque sucedió hace cinco años, cuando se publicó una imagen de Elisa Carrió en Punta del Este, fláccida y en malla. Como era ontológicamente imposible hablar de “flaccidez” en “Punta”, las revistas Noticias y Gente publicaron las piernas de Carrió más lisas que un bate de béisbol. Caras prefirió mostrarlas bajo el agua. Y Pronto las exhibió sin retoque digital y desenmascaró, de este modo, el abuso que buena parte de las revistas hacía –y sigue haciendo– del Photoshop.
Pronto es una de las pocas revistas de difusión masiva que está explícitamente en contra de la alteración de una imagen. “Creo que la intervención vale sólo si hay una sombra molesta en la cara, ese tipo de cosas, pero no para cambiar un mensaje –explica el secretario de redacción, Augusto Tartufoli–. La nuestra es una decisión editorial a favor del lector y, a la larga, también de la estrella. Porque si no, vos después te la cruzás por la calle y el comentario es ‘uh, Fulanita está hecha mierda’. Y capaz que es una hermosa mujer de cincuenta años. Pero a las celebridades locales les gustaría vivir en un mundo de fantasía, donde la piel siempre esté lisa y vos siempre tengas veinte años. A nosotros nos han pedido hasta que les retoquemos el auto para que aparezca limpio. Y vos decís: ¿Perdón? ¿Si lo querías ver limpio por qué no lo lavaste antes? O están con una persona, les sacás una foto, y después te llaman para decir ‘photoshopeámelo, porque en realidad no quería salir con ese’. ¿Y si no querías, para qué salís con ese? Ellos viven en un mundo virtual, creen que todo puede ser retocado. Y los políticos no están tan lejos. Capaz que les pusiste un título que debería molestarlos, pero te llaman porque salieron mal en la foto”.
Hoy no existe figura pública que no pase por las manos de los jefes de arte de una editorial. Pancho Dotto es capaz de enfurecer si ve que una de sus chicas sale retratada con granos o celulitis. Mujeres como Graciela Alfano, Cris Morena o Leonor Benedetto pueden pasar cinco horas en una redacción para controlar de cerca la metamorfosis de su imagen. Y la Trinidad del retoque –Moria, Mirtha y Susana a la cabeza– luce como un muestrario de productos Mattel. Así y todo, no lograrían engañar a nadie. Para la socióloga Ana Wortman, los individuos ya están educados para comprender las imágenes y entender que éstas son una construcción. “Como en todo discurso mediático, no importa tanto si la imagen es real o no, sino si es verosímil. O sea: si es creíble –explica–. Pero no creo que suceda lo mismo con las fotos de las figuras políticas. Por suerte, aunque la política también está atravesada por el marketing y la cultura de la imagen, contiene un plus simbólico fundado en la palabra y en la práctica”. En la clase política, los retoques digitales son considerados una elocuente forma de discurso. Y eso ni siquiera es nuevo. A fines de la década de 1980, el diario Pravda tenía la costumbre de borrar la mancha de nacimiento que Mijail Gorbachov –entonces presidente de la entonces URSS– tenía en su frente. Ya en las últimas elecciones francesas (año 2007) la candidata socialista Ségolène Royal aparecía tan joven en un afiche electoral que muchos se preguntaban si tenía edad suficiente como para aspirar a presidir su país. Su contrincante, Nicolas Sarkozy, tampoco se quedó lejos. Durante el verano de 2008, en una foto que lo mostraba vacacionando en la playa, la revista Paris Match le hizo desaparecer los rollos. Ése fue el primero de un largo romance: meses después, durante una recepción al papa Benedicto XVI, la misma publicación borró al guardaespaldas que acompañaba al premier francés, porque era mucho más alto y hacía que Sarkozy se sintiera enano (lástima que olvidaron quitar una pierna ahí abajo, y el periódico Le Post terminó preguntándose: “¿Tendrá Sarkozy tres piernas?”).
En cuanto a Valérie Boyer, la diputada que impulsa la regulación del Photoshop, ella tampoco queda libre de pecado. Primero, porque pertenece al UMP, el conservador partido de Sarkozy. Y, en segundo lugar, porque la misma Boyer reconoció que, en campañas pasadas, usó imágenes adulteradas de sí misma.
PARIS MATCH, SHARON STONE Y EL FIN DE LA CREDIBILIDAD. El caso de la actriz Sharon Stone en una tapa reciente de la revista Paris Match también recorrió el mundo. Alejada de las primeras planas del espectáculo, la protagonista de Bajos instintos sorprendió a medio mundo cuando apareció en portada exhibiendo un cuerpo fenomenal a los 50 años.
Tan fenomenal que los lectores de la revista pusieron en tela de juicio la decisión de los editores de “photoshopear” al personaje. Entonces, fueron los comentarios –que por suerte nadie filtró– los que dejaron entrever que la gente ya no le cree al retoque; y más aún: que hasta una cierta decepción atraviesa a los consumidores del medio cuando se enfrentan a la ficción que propone el programa de retoque digital. Entre otras cosas, alguno de los comentarios decía: “Muy linda imagen de la señora Stone, pero quisiera que en el próximo número publiquen una real”.
EL MUNDO DEL REVÉS. A diferencia de la mayoría de las publicaciones femeninas, que buscan reducir la talla de sus modelos de portada, la revista Brigitte –la más popular en Alemania– admitió haber retocado las imágenes de sus tapas, pero no para afinar sino para engordar los muslos y los escotes de sus mujeres. Querían que sus musas se vieran más reales. “Las modelos actualmente pesan un 23% menos que la media de las mujeres. Toda la industria de la moda está anoréxica –denunció Andreas Lebert, editor jefe de la publicación, que tiene 720 mil ejemplares de tirada cada dos semanas–. A partir de 2010 no trabajaremos con modelos profesionales. Buscaremos mujeres que simplemente estén bien paradas en la vida”.
Desde la edición del mes de enero, la revista sustituirá a sus modelos profesionales por ciudadanas comunes y de talla normal. Para ello, realizará castings entre estudiantes, empresarias y deportistas, y les pagará tarifas similares a las de las modelos.
criticadigital.com

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