martes, 20 de abril de 2010

Adictos a las cabinas de rayos UVA

LAURA TARDÓN
MADRID.- La moda del bronceado a través de las cabinas de rayos UVA sigue aumentando entre los jóvenes hasta el punto de la obsesión. Según un estudio publicado en 'Archives of Dermatology', muchos de ellos cumplen los criterios establecidos para ser diagnosticados de 'adictos'. Y no sólo eso. Al parecer, son más propensos a sufrir síntomas de ansiedad y a consumir sustancias como la marihuana.
Un total de 229 estudiantes residentes en Estados Unidos respondieron a preguntas como: 'Cuando te levantas por la mañana, ¿quieres utilizar una cabina de bronceado?' '¿Crees que necesitas dedicar más y más tiempo en estos espacios para mantener un color de piel perfecto?'.
Después de completar dos cuestionarios relacionados con sus hábitos en este tipo de espacios, los investigadores observaron que, en total, el 69% de los participantes cumplía los criterios de una persona con adicción.
Como explica José Antonio Molina, experto en adicciones y director del proyecto Psicohealth, las personas con este problema "pierden el control de su voluntad; aun teniendo consecuencias negativas en su vida, continúan repitiendo la conducta; y desarrollan tolerancia, es decir, necesitan más dosis para conseguir los mismos efectos".
Otra de las características que cumplen es el síndrome de abstinencia. "Cuando dejan de llevar a cabo la conducta adictiva, desarrollan síntomas negativos, de ansiedad y bajo estado anímico", señala el especialista. Esta podría ser la explicación de otra de las conclusiones de la investigación: "Los individuos que podrían ser diagnosticados como adictos tenían más síntomas de ansiedad".
Y aún más. Los autores de este trabajo, Catherine Mosher y Sharon Danoff-Burg, afirman que "consumieron más alcohol y marihuana durante el mes anterior que aquellos que no cumplían las características de una persona adicta".
Tal y como argumenta José Antonio Molina, es cierto que "una persona con una adicción tiene mayor predisposición a sufrir otro cuadro adictivo". En cualquier caso, añade, hay que recordar que, a día de hoy, ésta "aún no está catalogada en los manuales de diagnóstico ni de adicciones, lo que no significa que empecemos a ver casos de este tipo en un tiempo no muy lejano"
Como señalan los responsables del estudio, realizado de forma conjunta entre Memorial Sloan-Kettering Center y la Universidad de Albany, ambos en Nueva York, "si futuros estudios confirman estas asociaciones, significaría que el tratamiento de un perfil adictivo podría ser un primer paso para reducir el riesgo de cáncer de piel entre quienes se broncean de forma frecuente en las cabinas de rayos UVA".

La obsesión por la piel dorada
ISABEL F. LANTIGUA
MADRID.- Las relaciones obsesivas terminan siendo perjudiciales. Hay innumerables ejemplos en el amor, en la amistad, en el trabajo… y ahora también entre los admiradores del Dios Ra, el Dios del Sol en la mitología egipcia. Los expertos alertan de un fenómeno creciente y preocupante: la adicción excesiva al tono moreno, que los medios han bautizado como tanorexia (de la palabra inglesa 'tan', que significa broncearse).
"Una encuesta realizada a 400 estudiantes de la Universidad de Virginia ha desvelado que hasta un 27% de ellos podría considerarse tanoréxico" declara a elmundo.es la doctora Carolyn Heckman, del Centro de Cáncer Fox Chase y autora de un estudio sobre el tema que publica 'American Journal of Health Behavior'. "Y lo más sorprendente es que el 40% de estos adictos consigue su objetivo en cabinas de rayos UVA que empiezan a utilizar con tan sólo 17 años", añade.
Para esta experta y sus colegas de investigación, de diversos centros estadounidenses, esta obsesión por conseguir una piel dorada es peligrosa, "ya que muchas personas no se protegen lo suficiente de los rayos solares y ultravioletas, porque creen que así se van a broncear más rápido, y pueden sufrir fotoenvejecimiento prematuro o, lo que es peor, cáncer de piel".
De hecho, este tipo de tumor es uno de los más frecuentes y se calcula que se diagnostican dos millones de casos nuevos al año en el mundo, de los cuales el 90% se debe a las radiaciones ultravioletas. "Deberíamos hacer campañas de prevención más agresivas, porque parece que la gente sigue sin ser consciente de los efectos dañinos del sol", dice Heckman.
Para su estudio, los autores realizaron un cuestionario que incluía preguntas relacionadas con la exposición al sol y la asistencia a centros de rayos UVA, el uso de cremas protectoras, con factores relacionados con la salud como el índice de masa corporal y también sobre otros hábitos como el consumo de tabaco o alcohol.
Sus resultados indican que la cuarta parte de los participantes podría incluirse dentro de la categoría de los tanoréxicos, que la mayor dependencia la generan las máquinas de rayos UVA –que llegan a utilizar hasta 14 veces al año-, más que broncearse en el exterior y que son los individuos de raza blanca, delgados y fumadores los que más riesgo tienen de sufrir esta adicción. "El hecho de que las personas delgadas sean más propensas a la tanorexia tiene que ver con que están más acostumbradas a mostrar su cuerpo sin complejos y se ven bien en bikini, algo que no ocurre con todas las personas obesas, que al no sentirse a gusto con su cuerpo prefieren no bajar a la playa o no exponerse demasiado al sol", indica la profesora del centro Fox Chase.
Los factores de la dependencia
Aunque la comunidad médica no ha aceptado aún el término tanorexia, que lo vincula con trastornos como la anorexia nerviosa, sí que advierten que es un fenómeno que hay que vigilar de cerca. Asimismo, son varios los especialistas que han formulado teorías sobre los factores biológicos que influyen en esta adicción.
Una de las teorías, recogidas en la investigación de Heckman, indica que uno de los posibles mecanismos que explicarían la tanorexia es que durante la exposición a los rayos ultravioletas el organismo libera endorfinas, que hacen al individuo sentirse bien. Una sensación similar a la que experimentan con el consumo de ciertas drogas. Varios trabajos científicos han investigado esta línea.
Para Heckman, "existen varias similitudes entre la adicción al bronceado y el abuso de sustancias, como que ambas son más prevalentes entre la juventud, están asociadas a un factor social que favorece relacionarse con otros y tienen riesgos para la salud conocidos por todos".
El culto a la apariencia
Los investigadores reconocen que es la apariencia la motivación principal para caer rendidos bajo los rayos del astro rey o de las lámparas violetas, pero no la única. El efecto relajante y la facilidad para relacionarse con otros cuando se está bien con uno mismo también se encuentran entre las razones argumentadas por los tanoréxicos.
Entre los síntomas para reconocer está nueva adicción, los especialistas citan la ansiedad que genera en la persona perder una sesión de sol o de rayos UVA y el hecho de que nunca se ven suficientemente morenos.
Sonia, peluquera de profesión, se ha acostumbrado a verse bronceada. Sabe que la ropa le sienta mejor, que puede atreverse con todos los colores de su armario y que el espejo no miente y le recuerda a diario que está más guapa con ese tono. Por eso, está decidida a conservar, mediante lámparas de rayos UVA, el dorado que ha conseguido este verano en las playas de Cádiz, como ya ha hecho en años anteriores.
"No creo que sea una adicta, pero es cierto que ya no me veo bien si estoy blanca", reconoce a elmundo.es. Su hermana Vicky, con la que comparte trabajo, es de la misma opinión. "Sé que morena estoy más guapa y si puedo estar morena todo el año, ¿por qué no lo voy a hacer?", dice.
Los autores advierten que la 'tanorexia' se ha visto incrementada en los últimos tiempos por la "reciente explosión en las revistas de imágenes de famosos con cuerpos bronceados y por el aumento del número de salones dedicados al moreno artificial".
Los adolescentes usan más los UVA si sus amigos también lo hacen
ISABEL ESPIÑO
Influidos por la moda de estar moreno, 'adictos' a los salones de bronceado y poco conocedores de los riesgos del cáncer de piel. Así parecen ser los adolescentes que visitan los centros de rayos UVA, según una encuesta estadounidense.
"Pese a las recomendaciones de que se eviten todas las fuentes de radiación ultravioleta, el deseo de estar moreno y la disponibilidad de fuentes artificiales de rayos UV en cabinas y camas de bronceado ha dado un impulso a la industria del bronceado artificial", comentan los autores de la investigación, procedentes de la Universidad de Minnesota y de Harvard (ambas en EEUU).
Y uno de los principales clientes de estos centros parecen ser los quinceañeros, tal y como confirma este trabajo. Estos expertos se propusieron estudiar el perfil de los adolescentes asiduos a las cabinas de bronceado, para lo que entrevistaron a más de 1.200 estadounidenses de entre 14 y 17 años.
El 42% de las chicas y el 12% de los chicos reconocieron que habían acudido a cabinas de rayos UVA. La mayoría de ellos (80% y 62%, respectivamente) se proponía repetir. Asimismo, el 26% de las adolescentes y el 18% de los chavales que nunca habían visitado uno de estos centros pretendían utilizarlos en un futuro.
Estos jóvenes tenían escasos conocimientos acerca de los riesgos del cáncer cutáneo, no usaban protección cuando se exponían al sol y tendían a considerar que el moreno resulta atractivo, en comparación con los chavales que ni habían utilizado las lámparas de bronceado ni tenían intención de emplearlas.
Una moda
Los hallazgos de estos investigadores también revelan que el bronceado artificial es, en cierto modo, una conducta social. "Nuestros datos sugieren que las influencias sociales [tener amigos a quienes les gusta estar morenos y padres que consienten el bronceado artificial] y las tendencias percibidas en el entorno pueden ser claves en la iniciación y mantenimiento de esta conducta", dicen los autores.
Por ejemplo, la mayoría de los entrevistados que había acudido a las cabinas tenía amigos o parientes que también lo habían hecho, mientras que entre los que no eran usuarios se daba la tendencia contraria.
Estos hallazgos "sugieren que la concienciación pública acerca de los peligros que supone el bronceado artificial es escasa", señala el trabajo, publicado en el último número de 'Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine'.
Los rayos UVB son los que siempre se han considerado responsables de los tumores cutáneos, mientras que parecía que los UVA 'sólo' ocasionaban un envejecimiento de la piel. Sin embargo, investigaciones más recientes han revelado que estas radiaciones (que son las que emiten las lámparas de bronceado) también pueden resultar cancerígenas.
Bronceado adictivo
"Nuestro análisis proporciona pautas para [diseñar] intervenciones que disuadan a los adolescentes de broncearse en cabinas", opinan los autores. Su trabajo parece respaldar la tesis de que estas lámparas causan adicción entre los adolescentes. De hecho, los principales motivos para visitar los centros de bronceado eran que les relajaban y que les hacía más atractivos.
Dado que estas 'ventajas' pesaban más que los inconvenientes de estas máquinas (sentir demasiado calor, claustrofobia�), "los adolescentes pueden beneficiarse de actividades alternativas que proporcionen beneficios similares", señala el artículo.
"Aumentar el precio de los centros de bronceado artificial a través de los impuestos podría ser otra estrategia, dado que el coste de los mismos no suponía un obstáculo para los adolescentes", agregan.
Los europeos no son conscientes del impacto de la luz ultravioleta sobre sus ojos
EUROPA PRESS
MADRID.- Los europeos son conscientes de los principales efectos negativos que la radiación ultravioleta (UV) ejerce sobre la salud, especialmente sobre su piel. Sin embargo sólo el 10% de la población conoce el impacto nocivo de los rayos UV en los ojos, según el Estudio sobre la Salud Visual de los Europeos realizado por Transitions Optical.
En el caso de los españoles, un 87% de la población no es consciente de que una sobreexposición a la radiación UV puede provocar daños en la vista o incluso llegar a causar enfermedades oculares como cataratas, conjuntivitis o glaucomas, entre otros.
Además, un 18% de los encuestados españoles confiesa no tomar ningún tipo de medida para proteger sus ojos de la radiación ultravioleta, datos que sorprenden si se tiene en cuenta que los españoles son los europeos que más horas pasan en espacios exteriores (31 horas) sólo por detrás de los portugueses que pasan una media de 40 horas a la semana.
Poca prevención Por otra parte, el 81% de los europeos afirman que es necesario realizarse la primera revisión visual antes de los 6 años de edad. En cambio, cuando se les pregunta por qué motivo se hicieron su primera revisión visual, el 49% afirma que lo hizo porque sintió algún tipo de problema para ver correctamente.
España es el país que ha presentado un mayor porcentaje de niños que utilizan sistemas de corrección visual (42%) muy por delante de otros como Países Bajos (27%) o Gran Bretaña (25%).
A la hora de conocer quién ha sido el responsable de detectar un posible problema ocular de los hijos, el 37% de los padres españoles reconocen ser ellos mismos, seguidos de los propios niños (27%), los oftalmólogos u optometristas (19%) y los profesores (9%).
Respecto a las precauciones para proteger los ojos de sus hijos del sol, el 23% de los encuestados con hijos afirmó no tomar ninguna precaución, un porcentaje muy elevado si se compara con Alemania (16%) o Gran Bretaña (12%).
España, en la media de bienestar visual
Según el estudio, la mayoría de los ciudadanos de los países participantes tienen unos índices de bienestar visual medios o bajos. Sólo Gran Bretaña (62 puntos sobre 100) y los Países Bajos (53 puntos sobre 100) tienen un buen índice de bienestar visual y ninguno alcanza el grado de excelente. España junto con Alemania coinciden con la media europea (48 puntos sobre 100).
Más del 25% de los encuestados europeos afirman sentir frecuentemente deslumbramiento o incomodidad en los ojos cuando perciben una luz intensa. Los españoles se sitúan cerca de la media europea (30%) con un 29% de afirmaciones a este respecto.
En el caso concreto de la población española, un 89% afirma sentir estrés ocular producido por las pantallas de la televisión, ordenador u otras y un 63 por ciento afirma tener dolores de cabeza como consecuencia del estrés ocular.
Asimismo, la mayoría de la población está preocupada por saber cómo evolucionará su vista con el paso de los años (89%) y tiene miedo de que su vista se esté deteriorando (84%). Además, a un 88% de los españoles les molesta el deslumbramiento, un 83% es sensible a la luz brillante y un 70% siente molestias de forma habitual en los ojos.
elmundo.es

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