sábado, 3 de abril de 2010

Aprender a decir que "no"

Hobbes pasó a la historia en el siglo XVI por su materialismo que lo hizo ver al ser humano anterior a la organización social como inmerso en una "guerra de todos contra todos". Después llegó a la conclusión de que el Estado es algo así como "un hacinamiento de poder resultante del egoísmo colectivo", etcétera.
No sé por qué últimamente me repito tanto con Hobbes, el pionero de la filosofía política... Pero ocurre que basta con cruzar el microcentro a medianoche, para que esta urbe que vibra a la luz del día nos abofetee con fotos desgarradoras. Como la del jueves pasado, cuando a eso de las doce menos cuarto y a metros del "Oscar criollo" que se organizó para la première de La Bella y la Bestia, un chico que pedía limosna sentado en un umbral trataba de mantener despierto a su hermanito menor, que se caía de sueño. Al final, con un pragmatismo que no se cuestiona, la madre estiró un saquito en la vereda y simplemente lo puso a dormir sobre las baldosas...
La otra cara de esta miseria cruel es la codicia, la acumulación de bienes a como dé lugar, tan aceptada en algunos círculos que hasta parece un hecho lógico y natural, una ley física. Sin embargo, dos historias que se dieron a conocer en estos días muestran que no tiene que ser siempre así: el matemático ruso Grigori Perelman y el biólogo español Francisco Ayala acaban de rechazar premios millonarios.
Perelman, al que ya se había concedido la medalla Fields (la distinción más prestigiosa que pueda recibir un matemático) por "sus contribuciones a la geometría y sus ideas revolucionarias en la estructura analítica y geométrica del flujo de Ricci" y también la había rechazado, fue elegido ahora por el Clay Institute para recibir el premio de un millón de dólares otorgado a los problemas del milenio (por la resolución de la conjetura de Poincaré), y parece que tampoco piensa aceptarlo.
Ayala, biólogo evolucionista, genetista, ex sacerdote dominico y personaje encantador que hace muy poco pasó por Buenos Aires para recibir un doctorado honoris causa de la Universidad de Buenos Aires, acaba de ser distinguido con el premio Templeton, que otorga la fundación del mismo nombre a personalidades que tiendan puentes entre la ciencia y la religión. Con un millón seiscientos mil dólares, es el que más dinero entrega en el mundo. Según los despachos periodísticos que dieron a conocer la noticia, al enterarse Ayala dijo que lo donaría a distintas instituciones de caridad. A veces, para destruir estereotipos, basta con decir "no"...

lanacion.com

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