domingo, 11 de abril de 2010

Gente que prefiere llamarse como otra gente

Muchos escritores, cantantes, artistas y estadistas utilizaron en un momento de sus vidas un nombre y apellido distintos. ¿Habrían tenido el mismo éxito con sus verdaderos nombres? Quizás. Otros, como Charles Chaplin o Maurice Chevallier, hicieron una carrera arrolladora y no modificaron su nombre. Sin embargo, hay quienes recurrieron a un seudónimo y así ganaron su buena o discutida fama. Abundan ejemplos a lo largo de la historia: el famoso Cicerón era llamado entre sus familiares y amigos con su verdadero nombre, Marco Tulio. Y el popular médico Paracelso, que vivió entre 1493 y 1541, en realidad no era otro que Philippus Theophrastus Bombast von Hohenheim.
La moda siguió mucho tiempo después y en distintos ambientes. Basta citar al legendario Buffalo Bill (1846-1917), que fue inmortalizado a través de medio centenar de películas y era, en realidad, William Cody.
Algunos estadistas fueron más conocidos por sus seudónimos que por sus nombres propios, como Vladímir Ilich Uliánov (Lenin), Iósif Visariónovich Dzhugashvilli (Stalin), Josip Broz (Tito), Mohandas Karamchand (Gandhi), Adolf Schicklgruber (Adolf Hitler) y Lev Bronstein (León Trotski).
Ciertos historiadores confirman que Juan D. Perón utilizó Descartes entre sus seudónimos para firmar artículos. Se afirma también que el estadounidense Henry Kissinger usó el nombre Harold A. Kirschman para dirigirse anónimamente a las reuniones secretas previas a la firma del acuerdo de paz que daría fin al conflicto de Vietnam en 1972, según consta en sus Memorias , escritas siete años después.
Astrólogos, brujos, escritores
En el improbable mundo de lo paranormal es frecuente también dar con astrólogos y ocultistas que cambian de nombre para preservar su efímera intimidad o por otras razones. Así, Horangel es Horacio Germán Tirigall. La sanadora Madre María, según su documento de identidad, María Salomé Loredo de Subiza. El venerado Gauchito Gil, Antonio Mamerto Gil Núñez. El autor de El tercer ojo , Lobsang Rampa, era Cyril Henry Hoskin, y el conocido gran Houdini, Erik Weisz. El tristemente célebre mago negro Aleister Crowley se llamaba en realidad Edward Alexander. La pitonisa Dion Fortune, Violet Firth. En cambio, aún no fue develado el nombre real del último de los alquimistas, al que los iniciados llaman hasta hoy por su seudónimo, Fulcanelli.
Prosistas y poetas también acudieron a este recurso. Autores de la talla de Edmund Spencer, Christopher Marlowe, Francis Bacon y hasta sir Walter Raleigh habrían coincidido al elegir a Shakespeare para ocultar la verdadera identidad de sus trabajos.
Almafuerte, autor de ¡Piu avanti!, se llamaba Pedro Bonifacio Palacios. La escritora francesa Colette no era otra que Sidonia Claudina de Jouvenel. Y Katherine Mansfield fue el nombre elegido por Catherine Beauchamps para firmar sus obras.
Entre las mujeres que más despistaban, Mary Ann Evans firmaba con el masculino George Elliot y Aurora Dupin, George Sand, además de vestirse como un hombrecito.
Otros nombre falso memorable es Mark Twain, porque el recordado autor de Las aventuras de Tom Sawyer se llamaba, en realidad, Samuel Clemens. En tanto, el autor de El Golem , el austríaco Meyrink, que en uno de sus escritos afirma que "nada podemos hacer que no sea mágico", se llamaba Gustav Meyer.
Siguen las firmas
Por estos lares se impone recordar a Gustavo Martínez Zuviría, más difundido como Hugo Wast, y José S. Alvarez, que firmaba como Fray Mocho. El chileno Pablo Neruda fue anotado como Ricardo Neftalí Reyes Basoalto, mientras que Tirso de Molina era realmente Gabriel Téllez.
Más datos: Molière era Juan Poquelin y Voltaire, François Marie Arouet. El creador de La cartuja de Parma , Stendhal, en los documentos se llamaba Marie Henri Beyle.
En la actualidad los seudónimos siguen vigentes, quizá debido a determinadas políticas originadas en los departamentos de marketing. Winona Ryder, por ejemplo, figura en su pasaporte como Winona Horowitz. En el mismo tren de gente que prefiere llamarse como otra gente, Susan Abigail Tomaling prefiere ser Susan Sarandon; Michael Shalhoub, Omar Sharif; Ramón Estévez, Martin Sheen; Annie Mae Bullock, Tina Turner; Gordon Mathew Sumner, Sting; Robert Zimmerman, Bob Dylan; Nicholas Coppola, Nicholas Cage, y Cedric Clapp, Eric Clapton.
El jamás olvidado James Dean, por su parte, se llamaba Seth Ward. Mientras que Fred Astaire era Frederick Austerlitz. Y el cómico Jerry Lewis, Joseph Livitch.
Tampoco Sofía Loren es Sofia Loren: su nombre verdadero es Sofia Scicolone. Y el duro de todos los tiempos, John Wayne, fue bautizado por sus padres, quién lo diría, con el nombre de Marion Morrison. Woody Allen es Allen Stewart Konigsberg y el cantautor británico Cat Stevens se rebautizó en 1996 con otro seudónimo, más afín a su cambio religioso y político: Yusuf Islam.
Entre los humoristas nacionales hay que recordar también que Juan Carlos Colombres es Landrú y el padre de la famosa Mafalda, Quino, es, según el acta de nacimiento, Joaquín Salvador Lavado. El mundo de la música agrupa en forma similar a un notable conjunto de nombres no menos imaginativos que las obras que los inmortalizaron: Atahualpa Yupanqui era Héctor Roberto Chavero y Sandro de América, Roberto Sánchez.
Una buena anécdota: H. Bustos Domecq fue el seudónimo compartido por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. A propósito, Gilbert Maurey en su libro Mentir, ventajas y desventajas , menciona una historia de Umberto Eco en la que Pablo Picasso dice haber pintado en 1921 el retrato de H. Bustos Domecq, y Fernando Pessoa asegura que se trata del mejor cuadro de Picasso. "Cuando los críticos se interesan en el asunto, Picasso declara que se lo han robado. En 1945 Salvador Dalí anuncia que encontró el cuadro, y Picasso lo reconoce formalmente. Esa tela se vende al Museum of Modern Art. En 1950, Jorge Luis Borges afirma en un ensayo que nadie pudo pintar el retrato de Bustos Domecq en 1921, porque fue él quien inventó a ese personaje 20 años después. Mas tarde, en 1986, Quenau afirma en una obra inédita que Domecq existió, pero que se llamaba Schmidt."
Alejandro Schang Viton

lanacion.com

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