sábado, 17 de abril de 2010

Lanzaperfume, el regreso de un clásico

Por Leandro Filozof
Los parlantes marcan un ritmo contagioso, golpeteos que movilizan el cuerpo. En la pista la gente se deja llevar y no parece cansarse. Algunos se pasean con cervezas, con tragos, otros con botellas de agua, pero hay un grupo al que se lo ve concentrado en un frasquito color caramelo que circula de mano en mano. Le sacan la tapa y lo dan vuelta en una remera, en un pañuelo, en el pedazo de tela que tienen a mano. Se lo acercan a la nariz o la boca y lo inhalan. Después de unos segundos y por unos minutos bailan aún más desenfrenados, más desinhibidos. Es que la popular droga de los setenta, el lanzaperfume, furor en el carnaval de Río de Janeiro y a la que Rita Lee rindiera honor con una canción, circula ahora en la noche porteña. Un clásico que regresa de la mano de las jóvenes generaciones y que integra el rubro de las drogas menos convencionales.
“Tomé varias veces, te da una sensación de euforia y una fuerza que no podés parar con nada –cuenta Diego, de 20 años y vecino de Villa del Parque–. La probé por primera vez a los 17, en un boliche que se llamaba Big One (ahora es State). Lo ponés en un pañuelo o remera, donde puedas inhalarlo. Los primeros diez segundos sentís escalofríos y el efecto dura poco, uno o dos minutos, pero en ese rato no parás de moverte.”
La droga hoy circula casi exclusivamente en boliches o fiestas de música electrónica y sus consumidores, en general, pertenecen a la franja que tiene entre 14 y 40 años. Se vende en frascos chicos –de veinte mililitros–, de tapa a rosca y de color caramelo, a treinta pesos la unidad. Se consiguen en los boliches mismos o en la entrada, donde siempre hay algún oferente. Los vendedores compran el líquido a 300 pesos el litro a intermediarios que se abastecen en laboratorios del circuito ilegal, y lo fraccionan. De cada litro obtienen 50 frascos, que requieren una inversión de 100 pesos. Es decir: tienen un costo de 8 pesos por unidad y una ganancia de 22. Con una sola noche en la que vendan todos los envases, embolsarán unos 1.100 pesos.
Según información de la Asociación de Reducción de Daños de Argentina (ARDA), la droga es de venta libre y sus efectos –un cuadro de desinhibición, falsas percepciones o ilusiones, pensamiento confuso, somnolencia y ocasionalmente amnesia– aparecen bastante rápido, segundos después de la inhalación. Desaparecen entre quince y cuarenta minutos después, dejando una sensación de embriaguez similar a la del alcohol. La asociación también advierte que el producto es “altamente inflamable”, razón por la que alerta del riesgo de fumar o encender un cigarrillo mientras se aspira. “Los elementos con los que se fabrica, cloroformo, cloruro de etilo, éter y alguna sustancia perfumada, son de fácil preparación y acceso, entonces se hacen en cualquier laboratorio casero. Hay de tres colores, verde, amarilla y negra, que indican más o menos concentración de droga”, explica la psicóloga y socióloga Liliana Vázquez, directora de AAbra, centro de día en patologías del consumo. “El peligro mayor son las arritmias cardíacas o depresiones. Además si se está en un baile intenso hay más riesgos de que produzca síncopes. Los inhalantes, en general, no producen dependencia física pero sí psicológica y tolerancia, es decir, se necesita cada vez más para conseguir el efecto buscado. Esto trae todos los riesgos que significa un uso abusivo de un solvente”, agrega la profesional, responsable del servicio de salud mental del Hospital Piñero. Lo que habría que preguntarse, sostiene, es “por qué la recurrencia, por qué se pierde el objeto del vínculo social, y el encuentro pasa a ser unívoco con la droga, sea lanzaperfume, cocaína, alcohol o Popper”.
La droga tiene una historia que se remonta a principios del siglo XX. En 1906 se producía en la Argentina en frascos de vidrio con rociador y se exportaba a Brasil, donde apareció por primera vez en el carnaval de Río. Se lo usaba en batallas de espuma durante los corsos, como una diversión más del tradicional festejo. La popularidad del lanzaperfume creció hasta llegar a su esplendor con una canción de la cantante y compositora brasileña Rita Lee. “Lança perfume” era el nombre del tema, que compuso con su marido Roberto Carvalho, y la letra decía, por ejemplo: “Lanza chiquita, lanza todo ese perfume / Desbaratadora, no da para quedarse inmune a tu amor / que tiene aroma a cosa loca”.
Lo recuerda Eduardo Kalina, psiquiatra con un master en adicciones y profesor de la Universidad del Salvador. “Aunque la cantante lo popularizó por los ’80, ya era conocida en 1958. Pero cuando se extendió, se usó salvajemente –cuenta–. Hubo muertes y se prohibió en Brasil. Ahora, esta sustancia que no tiene utilidad para la salud, se usa compulsivamente y se consume a pesar de que hace daño. La gente se droga para llegar a situaciones extremas, consumir de esa manera tiene muchos riesgos de muerte.”
El lanzaperfume es una droga que suele compartirse. “La tomé por primera vez a los 18 años en Pachá –cuenta Bruno, que ahora tiene 20–. Estábamos con un grupo de amigos, todos habían probado y no quise quedarme afuera, me intrigaba saber qué sensación producía. Después, lo hicimos algunas veces más. Cuando lo tomaba sentía que el corazón se me aceleraba, me provocaba placer.” Diego confiesa que también supo compartir ese placer: “La duración del frasco varía según la cantidad que tomás, puede ser una noche, media noche o una hora. También depende de si lo repartís entre tres o diez. Y de cuán drogado quieras estar. A veces, hasta me sobraba”.
La cuestión adquiere más gravedad cuando se mezcla con otras sustancias, advierte Kalina: “Puede producir trastornos cardíacos, cardiopulmonares, cerebrales, la muerte incluso. El uso de drogas se transformó en una forma de idiotizarse y de llegar a límites extremos. En la actualidad la tendencia es mezclar, entonces es muy difícil establecer los riesgos”. En esta misma línea opina la licenciada Vázquez: “Se toma alcohol, la pastillita del amor y otras drogas que generan un cóctel complicado y peligroso para la función cardíaca”.
Es una droga más que se agrega a la lista de las menos convencionales, ligada a la música tecno, que altera los sentidos y alarga la fiesta hasta la madrugada sin que se sienta el cansancio del cuerpo. Se vende en Internet, se consigue en los boliches y en las fiestas. Como dice Diego, “donde hay punchi, seguro que alguien tiene lanza”.
elargentino.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola, alguien sabe proporciones para la preparación ?Mn

Anónimo dijo...

alguien sabe proporciones? o donde conseguir ?