lunes, 19 de abril de 2010

Por primera vez se reducen las complicaciones del infarto

Nora Bär
LA NACION
Dos trabajos que acaban de publicarse en el European Heart Journal y uno que está a punto de serlo ofrecen interesantes conclusiones sobre la seguridad de los fármacos que se emplean para reducir las complicaciones del infarto, la importancia del entrenamiento médico en el tratamiento de esta emergencia y, curiosamente, la influencia del número de camas de un hospital en la reducción de la mortalidad cardíaca.
Desde hace una década, el registro Grace ( Global Registry of Acute Coronary Events ) monitorea la salud cardiológica de la población a través del análisis de datos reunidos por 146 hospitales de 14 países, entre los que se cuentan siete de la Argentina.
En 2007, este enorme estudio sobre enfermedades cardiovasculares probó que la mortalidad se había reducido 4,5% en los siete años previos, un porcentaje que en el país representaría unas 2500 muertes menos por año.
Ahora, los últimos análisis ofrecen nuevas "instantáneas" sobre el estado de la atención a los pacientes cardiológicos que padecen este cuadro en centros de alta, mediana y baja complejidad.
"En la última década se han introducido muchas modificaciones terapéuticas -explica el doctor Enrique Gurfinkel, integrante del comité directivo del Grace, que abarca alrededor de 100.000 pacientes, jefe del Departamento de Medicina Cardiovascular de la Fundación Favaloro e investigador del Conicet-. Lo importante de este estudio es que muestra por primera vez que, contrariamente a lo que podría pensarse, los beneficios no se registran inmediatamente, sino que hay que aguardar más o menos cinco años para que los avances terapéuticos se hagan efectivos en la práctica diaria. En la medicina, desde que aparece algo hasta que se difunde, el profesional tarda ese tiempo en adquirirlo, entenderlo y aplicarlo adecuadamente."
Para el especialista, lo que ocurre es que junto con estos nuevos fármacos, productos o procedimientos, conviven los anteriores, y la combinación de ambos siempre genera algunos inconvenientes.
El médico, factor decisivo
En este caso, lo que indica el registro Grace es que hay una primera reducción neta de complicaciones en la población, pero que ésta no puede atribuirse a una mayor seguridad de los fármacos. "Nos da la impresión de que los médicos hemos comenzado a entender cómo utilizarlos y a quién dárselos -dice-. En realidad, éstos [antitrombóticos, anticoagulantes] no avanzaron tanto en seguridad como en eficacia. Trabajamos siempre con una navaja de doble filo: si uno se excede, puede terminar con un accidente cerebral o una hemorragia como consecuencia de haber intentado salvar un infarto..."
Pero lo que también sugiere el Grace es que para que el índice de complicaciones disminuya, no sólo se requiere una buena formación de los médicos, sino también inciden el tamaño y las características del hospital en que se traten estos cuadros, ya que la mortalidad no baja en centros asistenciales aislados o que no tienen una estrecha vinculación con la educación médica continua, ni en los hospitales más grandes y difíciles de manejar.
"Para este registro, seleccionamos un amplio rango de centros asistenciales; es decir, tanto hospitales de muy alta complejidad como otros más pequeños -explica Gurfinkel-. Los resultados muestran que si bien uno no puede decir si el médico que trabaja en el hospital de alta complejidad es malo o bueno, todo el entorno hace que sea más seguro y se registren allí menos complicaciones. También vimos que los hospitales de muchas camas no son los mejores en términos de seguridad, porque su control es muy complejo y requiere un personal muy bien adiestrado. La tendencia internacional actual considera que el número óptimo de camas ronda las 200." Algunos de los centros locales que intervinieron en este registro mostraron resultados por encima del promedio esperable en lo positivo, y otros en lo negativo.
Con 105 trabajos publicados en revistas con referato desde su inicio, el estudio Grace muestra, sin embargo, que hay una complicación que por el momento resiste todo tratamiento: "Es la peor de las que puede tener un infarto: la ruptura del corazón -detalla Gurfinkel-. Este órgano puede desgarrarse, fracturarse, dañarse mecánicamente por la ausencia brusca de sangre. Es una catástrofe y la primera causa de muerte inmediata."
Cuándo intervenir es materia de gran discusión entre los cardiólogos. "Muchos cirujanos son reacios a realizar una cirugía en el curso hiperagudo del infarto, porque la mortalidad puede ser todavía mayor, pero a veces no hay otra opción -cuenta-. Y a pesar de los avances tecnológicos, las tasas de esta complicación siguen siendo exactamente las mismas."
De los datos reunidos emergen cuáles son los rasgos de la población que puede padecer este problema: es más frecuente en las mujeres que en los hombres; especialmente en las mayores de 70 y nunca sufrieron un infarto. Por otro lado, los factores más protectores son el uso adecuado de betabloqueantes [utilizados en el tratamiento de los trastornos del ritmo cardíaco y la hipertensión], el empleo rápido de heparinas [drogas anticoagulantes] y el haber tenido experiencia previa con un accidente cardíaco. "Es porque el corazón se adapta, comienza a desarrollar nuevos vasos espontáneamente, se hace resistente", explica el especialista.
Y concluye: "Ahora podemos analizar en detalle por qué baja la mortalidad cardíaca. En los últimos diez o quince años Finlandia y EE.UU. gastaron proporcionalmente lo mismo en salud y ambos países bajaron la mortalidad. Sin embargo, en EE.UU. se invirtió directamente en tecnología, y en Finlandia, en campañas de prevención. Quiere decir que se puede lograr el mismo resultado utilizando distintas estrategias, si se sabe muy bien cómo conviene invertir el dinero".

lanacion.com

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