martes, 29 de marzo de 2011

Dos comidas, una botella de agua y 30 galletas, así se sobrevive en Fukushima

Dos de los trabajadores de la central de Fukushima. | Reuters
Una bola de arroz seco, un zumo, una botella de agua y 30 galletas es toda la alimentación que los 400 trabajadores que se encuentran en la central de Fukushima reciben al día.
No se quejan ni protestan, aceptan las condiciones extremas en las que se encuentran con el único objetivo de controlar una crisis nuclear cada vez más complicada.
A las 06.00 horas de la mañana cada uno de los empleados de Tepco y de los demás trabajadores se despiertan y desayunan las 30 galletas y el zumo de 18 centilitros que les dan. En ese momento comienza su dura tarea, según Kazuma Yokota un miembro de la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón.
Tras el desayuno los trabajadores se desplazan a sus respectivas tareas en los distintos lugares de la dañada central nuclear. No será hasta la noche cuando vuelvan a recibir comida. No hay almuerzo ni descanso.
Hasta el pasado 22 de marzo se les entregaba por día una botella de 1,5 litros de agua. Un día después y tras recibir más suministros se les comenzó a dar una botella más por persona hasta que las existencias se acabaran.
Cuando el sol se empieza a ocultar, alrededor de las 17.00 horas, regresan a los edificios donde se alojan, los pasillos y salas de conferencia, dentro de las instalaciones de la planta nuclear.
La cena también es una cuestión de supervivencia. Una bola de arroz seco y una lata de pollo o pescado en conserva para cada uno. En un cuenco con agua hervida echan la bola 'Magic Rice' y esperan unos 15 minutos para comérselo. Según Yokota, el silencio es sepulcral durante estos momentos de tensa calma. Nadie habla, ni protesta. Es lo que hay.
A las 20.00 horas los trabajadores tienen una reunión para informar a los superiores de los avances logrados durante el día en la central nuclear. Al finalizar la reunión todos se reúnen, unen sus manos y cantan una típica canción japonesa 'Gambaro!'.
A todo ello hay que sumarle los altos niveles de radiación que se han detectado en la planta, hasta 1.000 milisievert por hora y a la que están expuestos estos trabajadores.
Para protegerlos de esta radiactividad los empleados duermen cubiertos con láminas de plomo y tapados con mantas. La mayoría de los trabajadores son sustituidos cada semana.
Siete días en los que no pueden tener contacto con el exterior ya que los teléfonos de la central no funcionan y tampoco se permite el uso de los teléfonos móviles ni se puede porque no hay cobertura en Fukushima.
elmundo.es

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